En tu placer soy feliz…

Cierro los ojos y todavía puedo sentir tu aroma en mi piel, aún enrojecida de desesperación, sexo, placer y risas.

Un escalofrío recorre mi espalda al recordar tus labios paseando por mi nuca mientras tus embestidas vencen a mis rodillas, elevándome hacia un precioso cielo que lleva tu nombre.

Soy tan tuya, joder.

En mis gemidos te entrego parte de mi alma, pues mi cuerpo ya pertenece a cada una de tus perversiones.

Me has convertido en insaciable, gata, puta y eternamente tuya. Y eso, me enloquece.

Adoro sentir como empiezas a contraerte en mi interior mientras empujas mi placer hasta el precipicio de una locura compartida. En ese precioso momento en el que mi lengua busca la complicidad de la tuya y mi cuerpo cae temblando sobre la cama, testigo de todos nuestros encuentros.

Entonces, estallo contigo dentro y un pequeño grito rompe ese curioso silencio arropado por nuestro gemir. Siento tu relajación en mi sexo, tu aliento en mi cuello, tu placer en mi sonrisa. Te disfruto, me disfrutas. Sin necesidad de nada más .

Y habitando ahí soy feliz.

Y no quiero abrir los ojos, ni dejar de recordar que mi piel huele a ti y que mi deseo lleva tu nombre, Locura…

Recuerdos y pompas de jabón.

Sonreír maliciosamente mientras el agua cae acariciando mi piel y mezclándose con las burbujas que dejan ese aroma a fresas que te enloquece tanto.
Así empiezo hoy mi domingo.
Un domingo un tanto especial, en el que mi cuerpo todavía se estremece por el recuerdo de una noche que ya siento lejana, aunque mis labios sigan hinchados y mi hombro esté coronado por ese mordisco tuyo de una de esas veces que te dejaste llevar en mi interior.
Acaricio la zona que consigues que me pique con tus azotes en ese momento en el que la razón se va a por pipas y empiezo a gritarte desde los más hondo de mis entrañas. Si, ese grito desgarrado suplicándote que me destroces, que me rompas y que me recuerdes una y otra vez lo tuya que soy.
Mientras me enjabono la cabeza y muevo las caderas al ritmo de Fito, cierro los ojos y sonrío de nuevo, recordando como anoche decidiste que al terminar de cenar, fuéramos a tomar una copa al local de moda. Ese al que te gusta tanto ir, pero a los cuarenta minutos tus ojos ya me suplican que huyamos.
Pero ayer fue distinto.
Empezaste a jugar cuando me trajiste la primera copa, ese beso que me plantaste mientras tu cuerpo empezaba a invadir mi espacio empezó a darme pistas de lo que se avecinaba.
Entre risas, caricias, mordiscos y lametazos nos vimos en la tercera copa sin darnos cuenta. A no ser porque mis braguitas ya andaban mojadas de tus besos y que tu mirada lasciva no dejaba de pasearse por el precipicio de mi escote.
Fue fácil entender tu mirada cuando me cogiste de la mano y empecé a seguirte por todo el local. Enloquecía cada vez que parabas y empezabas a comerme la boca mientras tus dedos recorrían la liga de mis medias y empezaba a susurrarte entrecortadamente que necesitaba tenerte dentro.
“Llévame a un rincón y fóllame”, te supliqué y sin darme cuenta me metiste en un baño con poca posibilidad de maniobrar. Pero al fin y al cabo eso era lo de menos.
Antes de echar el pestillo y pegar mis manos a la pared ya llevaba el vestido por la cintura y sentía tus “ganas”, empujando a mi sentir, mientras empezabas a gruñir en un idioma inteligible que tan sólo mi piel parecía escuchar.
Me encanta sentirte hurgando mis ganas con vicio. Estar en ese punto en el que sobran los juegos y faltan las embestidas.
Buscarte y encontrarte, empapada de ti, de nuestro deseo de nuestra deliciosa lujuria.
Como me gusta la manera en que me buscas y dejo encontrar.
Sonreír cada vez que te cuelas y mi cuerpo respinga a la intromisión de tu placer.
“No pares, cabrón”. Te suplico.
Necesito que este precioso momento sea eterno.
Disfrutando de nuestro sudor, nuestro deseos, nuestro sexo…
acelerar mis movimientos mientras tus manos agarran mis pechos con fuerza y tu boca se hace dueña de todo lo que tiene a su alcance.
Todavía me ruborizo al pensar en mi cuerpo contrayéndose tras la embestida final.
Esa que nos deja exhaustos pero felices…
Sabes que adoro colocarme de nuevo la ropa, sabiendo que reboso de ti.
Como me cuidas después, besando y acariciando cada uno de mis sentidos.
Dejamos de ser dos animales en celo para convertirnos en mimos y delicadeza.
Es la única forma en la que puede acabar el buen sexo.
Ese, en el que soy tan jodidamente sucia y tan eternamente tuya.
Acabo de enjuagarme el pelo y vuelvo a coger la esponja..
O no, mejor me enjabono con la mano y así puedo volver a sentir(te) de nuevo…
Pero eso, ya lo descubrirás otro día…
Locura!!!.

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Tardes de Gin y música.

Dime que soy tuya mientras me arrancas la ropa interior con esa cara de niño malo que tanto te caracteriza. Adoro tu lengua surcando mi piel, mientras depeche mode no deja de marcarnos el ritmo. Giro la cabeza hacia la derecha mientras me muerdes de esa deliciosa forma que tanto me enloquece, y veo las dos copas de G’Vine que hemos sido incapaces de acabar en el precioso momento, en el que tus manos se han colado debajo de mi falda y me has susurrado ese «estás preciosa, mi rubia de braguitas mojadas».

Dios, como me gusta desbrocharte uno a uno, los botones de tu camisa mientras mis labios acarician los tuyos con una leve sonrisa. Meter mi mano en tus pantalones y recordarte que «eso» es mio. Mientras tus manos no dejan de buscar mis gemidos de camino al sofá…

Entonces me tiras en él y echas toda tu pasión sobre mi, en ese enredar de mis piernas en tu cintura y el jugueteo de tus dedos con el borde de mi liguero.
Sentir tu excitación, saca mi lado más salvaje y dejo a la cucki, para dar paso a esa zorrita que tanto te gusta, cabrón…
Y ahí perdemos los dos la cabeza y nos convertimos en dos animales, obteniendo placer el uno del otro…

Tus gruñidos empujan a cada unos de mis gemidos hacia el abismo de nuestra lujuria. Entrando en un bucle de caricias, mordiscos y miradas que nos acercan más y más a un objetivo común.

Soy incapaz de dejar de mirarte mientras embistes mis ganas y ahogas mis gritos con ese frenético vaiven que nos lleva a un maravilloso orgasmo…

A un nosotros acompasado, un sonreir a dos lleno de complicidad. Es cuando recuperamos la respiración en medio de silencios llenos de felicidad, besos entregando amor y abrazos calmando demonios. En un salón que huele a nuestro deseo, donde no deja de sonar depeche mode y el hielo de las dos copas apoyadas en la mesa, se han convertido en agua…

Al igual que yo…

Tu ombligo.

Me gusta entregarte mi ombligo cada tres por dos. Y ver como se entretienen con él tus palabras. Me encantan las conversaciones que tienes con él, explicándole lo que le harás en cuanto baje la guardia.

Y así, cuando siento que te acoplas a mi espalda,encajándote a mí, como una pieza de Tetris. Una sonrisa tímida empieza a asomarse en mis labios. Ruborizada, excitada y feliz por lo que está a punto de ocurrir…

Tu susurrar en mi oido, me ayuda a acomodarme ante cierto nerviosismo que producen tus manos en mi cintura… 

Me enloquece intentar comerte la boca y que me avasalles con tu característico  «Ñam Ñam», consiguiendo que salgan risas llenas de nosotros y nuestra complicidad. Esa, que crece cuando tus labios empiezan a acariciar mis hombros y conquistar cada uno de los centímetros de mi alma a golpe de un «eres mía» que gritan tus dedos al enredarse entre mis gemidos…

No soy capaz de ahogar la carcajada, cuando tu lengua al fin, alcanza mi ombligo llenándome la vida de cosquillas, consiguendo que me retuerza bajo tus labios… alcanzando las nubes a base de mordiscos y sentir esa bonita media sonrisa, acercarse a esa zona que no deja de llamarte, humedeciéndose los labios la muy presumida… Y que así notes lo mucho que te necesita… (Mira que la intento controlar a la descarada, pero es verte y empezar a ponerse tonta).

Es entonces, cuando empiezo a acelerar la respiración mientras te veo a lo lejos y siento tan cerca… y es que cuando te adentras en mis recovecos, no quiero que se acabe ese momento y sujeto tu cabeza con mis piernas, para que no te vayas y quedes siempre en mí…

Y es que tu lengua no deja de buscar en mí, no sé muy bien el qué… pero en cada abatida, mi cuerpo se estremece gritando a los dioses y pidiéndote más… Eres delicioso hasta en ese precioso momento, en el que consigues que cada centímetro de mi piel empieza a gritar tu nombre, mientras arqueo la espalda y mis piernas comienzan a temblarte con esa bendita locura que tan sólo tú consigues sacar de mí…

Y es en ese beso de después de orgasmarte, donde todavía recuperando la respiración y saboreandonos… te recuerdo que no quiero dejar nunca de entregarte mi ombligo, placer y sentir…

Chistera de sensaciones…

Dicen, que si repito tres veces tu nombre, aparecerás y me harás tuya…Dicen, que si me entrego por completo a tu magia, no podré salir jamás de ella..

Y así ando todo el día, repitiendo tu nombre una de cada tres y deseando meterme en tu chistera y convertirme en tira de pañuelos de colores…

Y entre susurro y susurro, cierro los ojos y empiezo a recordar el último de nuestros encuentros…

Y voy justo a ese momento, en el que tus labios rozaron mi ombligo y empecé a dejar que te acomodaras entre mis piernas… El precioso instante en el que tu sonrisa se confundió con la mía y empezaste a hacer malabares con mi sentir…

Esos minutos de morir de risa entre tus dedos, mientras llenas mis recovecos de cosquillas con tan sólo soplar…

Pierdo el sentido, cuando me miras,alzando la vista… rompiendo la paz en mi piel, cuando empiezas a erizar mis sentidos a golpe de caricia húmeda,pero sobretodo… a golpe de ti…

Soy inmensamente feliz cuando te veo trepar por mi cuerpo entre gemidos, frotándote contra mi piel y consiguiendo que cada uno de mis poros rebose de pasión…

Cierro los ojos ,más fuerte aún si cabe,para intentar traerte aquí de nuevo…

Pero aquí, dónde tu aliento calienta mi cadera y nuestros fluidos empiezan a mezclarse entre si..

Dando paso al más bonito latir acompasado, el de tu pecho sobre el mío, mientras abrimos constelaciones de bendito placer en ese trepidar acompañado de la locura que tanto nos caracteriza…

Morir en cada una de tus embestidas para resucitar con mordiscos deliciosos…esos que te llenan la boca de algodón de azucar y no me canso de mirar sonriendo su marca, cuando ya te has ido…

Morir entre gruñidos ahogados de lujuria y resucitar arqueando la espalda bajo tu atenta mirada… aferrados el uno al otro como si se nos fuera la vida en ello…

Entiendes ahora, amor, porqué no dejo de pronunciar una y otra vez tu nombre?.

Entiendes porqué me rindo a cada uno de tus gestos?.

Sencillamente eres magia.

En mi,

Y sin trucos….

Bendita locura…

Despertar…

Abrir los ojos levemente y recordar medio confusa tu respiración perdida en mi cuello apenas unas horas antes. Me giro y no estás, tan sólo queda la cama deshecha tras la batalla y tu delicioso olor impregnado en mis sábanas, en mi piel…

Entonces sonrío y mi subconsciente me lleva hasta ese precioso momento en el que tus manos empezaron a manejar mi cadera, de esa manera que tan sólo tú sabes… volteándome y pegándome a tu cintura..

Sentir como me retiras el pelo de la nuca para empezar a adueñarte de mi espalda, pechos, cintura, sentir……

Me enloquece cuando tus manos se adentran en mi culotte mientras me susurras al oido lo tuya que soy…

Empezando a humedecer el momento con las yemas de tus dedos… Y entonces empiezo a gemirte sutilmente… como reclamando más atención…

Qué bien hueles, amor… logro decirte con el corazón acelerado y la respiración llena de ti…

Y es cuando tu mirada logra perderme y me dejo vencer por tu lujuria. Esa q me convierte en un animal en celo y nos lleva al rincón de las más bajas pasiones..

No sé como pedirte que no pares y que me hagas tuya una y otra vez… 

Adoro el momento en el que pierdes la razón y te dejas llevar por el roce de nuestros cuerpos… 

Cierro los ojos y me dejo arrastrar por tus labios, manos y respirar…

Y ahora, me sonrojo recordando tu gemir en mi boca mientras buscas atravesarme de mil y una posturas para enloquecer en mi y conmigo…

Dime que soy tuya…

Dime que soy tuya…

Mientras separas mis piernas con tus rodillas y pegas tu aliento a mi oido…

Embestidas llenas de un vicio con media sonrisa que lleva tu nombre…

Embestidas que me hacen gritar y recordar lo cabrón que eres y lo muchísimo que me gustas…

Sudar, empaparte, morderte, vivirte…

Sentir cuando empiezas a contraerte de placer y jadearte q no pares al sentir cuando estás a punto de llenarme de ti… El mismo momento en el que mis ojos te buscan, mis labios acarician tu piel brillante antes de morderte y ahogar mi orgasmo en ella…

No sé cuantas veces te habré repetido que me enloquecen los momentos de calma.. en los que nuestra respiración empieza a normalizarse… abrazados, con tu cabeza en mi pecho y mi corazón en tu latir…

Mi bendita locura…